I Antología del Movimiento Internacional de Escritoras "Los puños de la paloma"

Silvia Delgado Fuentes (España)


(Sopelana-Bilbao-España).
Poeta y promotora cultural.
Libros publicados: *Pese a todo, *No está prohibido llorar con los supervivientes y *Canción inútil para Palestina.


Inmaculada

I

No, no son puros mis labios
porque alguien los ha besado.

No.

*

Les arrancaron, a golpes de lametazos,
el silencio que mata.
Rotos clavaron el horror
en su garganta,
rotos temblaron, ausentes,
mojados de barbas obscenas,
rotos sintieron vergüenza,
rotos dejaron hacer
y morder
y rasgar
y romper.

Rotos, simplemente rotos.

Alguien sin nombre,
merecedor de ninguna lástima,
se llevó los besos guardados
para noches de amor y de calma.

II

No, no son puras mis manos
porque alguien las ha sujetado.

No.

*

Sólo un rasguño en su rostro,
un zarpazo de fiera atacada,
unos brazos de cristal que se atrincheran.
Sólo un rasguño en su rostro
que enciende, más aún, la lujuria desatada.
Sólo un rasguño en su rostro
que excita el sexo deforme
y logra que le vengan de nuevo las ganas.

III

No, no son puros mis pechos
porque alguien los ha tocado.

No.

*

Desgarró la camisa de lino
para ver mis pechos punzantes
mordió los pezones con brutal aspereza,
que, heridos, sangraron
en aquel festín solitario.
Y mientras bebía de mis cálices
el vino del dolor y la desgracia
yo repensaba mis sueños
para hacer con ellos jirones
que me remendaran el alma.

IV

No, no es puro mi sexo
porque alguien lo ha profanado.

No.

*

Golpeó mi himen
con su falo bestial.
Lo partió sin pudor.
Jadeante, embistió.

Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.

Ni gritos, ni llanto.

Una y otra vez.

Su sexo buscaba placer,
buscaba a quien someter.

Y allí estaba yo,
sintiendo a aquel bárbaro
quemando mi piel.

Allí estaba yo,
abandonada por dios,
recibiendo el semen maldito
de quien arruinó mi candidez.

V

No, no es pura mi espalda,
porque alguien clavó en ella sus garras.

No.

*
-No hables,
-no cuentes,
-no digas una sola palabra...

Recogió su pene cansado,
se limpió las babas,
me dio un puntapié
y se marchó como si nada.

Sobre el suelo, una joven violada.
Sobre el suelo, un cuerpo desnudo.
Sobre el suelo, un llanto secreto,
un recuerdo de miedo,
unos pechos que supuran,
un púbis que derrama.

Sobre el suelo,
con la esperanza dándome la espalda

VI

No, no son puros mis pies
porque alguien sepultó el camino por el que transitaban.

No.

*

Sin brújula, ni mapas,
desean andar
hasta el mañana
pero en el aire queda
un aroma de náusea
que agarrota mis pasos
y hace que tropiece
una y otra vez
con el recuerdo nómada
de aquella noche de infamia.

VII

No, no son puros mis pensamientos
porque alguien los ha ensuciado.

No.

*

Labios, manos, pecho, sexo,
pies, espalda, nuca, pensamientos.
Todo es impuro en mi cuerpo,
todo es sucio, despreciable.
Soy un bazar de miserias,
una vestal culpable por dejar apagar el fuego,
culpable de los deseos ajenos,
culpable de la violencia de género,
culpable del dolor,
culpable por ser mujer y no oponer resistencia,
culpable por caminar sola en noches sin luna llena,
culpable porque mis gritos se confundieron con los cantos de una verbena,
culpable porque mi llanto no conmovió a la bestia,
culpable porque mi cuerpo no sació su sed enferma,
culpable por dejarlo ir, triunfal, a su próxima guerra.

Mujeres de adobe,
cuencas vacías, manos sin huellas,
voz que no cuenta, geografías en venta.
Mujeres de petrificada memoria
que perdieron el cielo, las raíces,
las miradas, las protestas.
Mujeres en alcobas con cadenas,
mujeres tendidas, con las piernas abiertas,
el amor es ciénaga sólo de poetas,
el amor es invento de soldados y de doncellas.

Estas mujeres que se esparcen
en colchones apátridas,
que se hacinan en cuartos
donde llueven carencias,
que aguardan bofetadas y se alimentan
de mucha agua, poca sal y menos harina,
estas mujeres víctimas
de la maldad y de la pobreza,
soportan, desde que se despiertan,
la invasión implacable del cuerpo
y tratan de reunir hebras de esperanza
con las que defender su vida
a pesar de las afrentas.
Estas mujeres,
convertidas en carne de oferta
se maquillan sin espejo,
creen en dios a pies juntillas,
mientras las embisten,
se aferran a la cruz
y piensan que para ellas
la vigilia es su peor pesadillla.

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